
Ayer fui al cine a ver esta película, la única película que realmente llamaba mi atención de todas las que aparecían en la alfombra roja de nominadas a los Oscars, y mi impresión no puede ser más satisfactoria.
La película narra las desdichas de Randy "The Ram" Robinson , antiguo gran luchador de wrestling durante los 80 , que sigue arrastrándose en espectáculos de segunda, para poder malvivir. Randy es un hombre maduro, roto por las cicatrices y la edad, pero al que sobre todo, le duelen más las cicatrices que lleva en el alma, esas que ningún ATS puede curarle después de un combate. Las que le hacen sentirse mayor, solo y desamparado, y fuera de lugar siempre que no está en un cuadrilátero.
La película es eso, quizá una historia con tintes previsibles, pero ante todo, la película es Mickey Rourke. Se come cada plano, cada escena. Se ve que Rourke sabe de esas cicatrices internas, y las ha añadido al personaje como nadie.
Hoy ya sé que no ha ganado el Oscar al mejor actor principal. Sean Penn hace un muy buen papel de mártir en Harvey Milk, pero el Oscar para mí, era para Mickey Rourke, sin duda.
Id a ver esta película, no lo dudéis, es dura, es triste, y no te deja un regusto agradable dentro del cuerpo, pero sí es muy buen cine, del que desgraciadamente nos llega pocas veces en una sala oscura, y del que valga la pena haber pagado al entrada para visionarlo.