lunes, julio 30, 2007

De casas, recodos y recuerdos...



Siempre me han llamado la atención esas casas que aparecen, semiderruidas, en los recodos del camino. Me hacen reflexionar en lo que soy, en lo que tengo hoy y lo que quizá no tenga mañana. Las casas nos ven nacer, crecer y morir, y como parte de ese ciclo vital, ellas mismas son diseñadas, se construyen, les salen las primeras grietas, y, si se abandonan, llegan a la muerte por la vía del derrumbe.

No sé si las casas sienten, pero creo que, en parte, sí comparten las alegrías, las tristezas, y todas las vivencias de la gente que las ocupa. Nos acompañan en nuestros primeros pasos, comparten nuestras tristezas, frustraciones, ilusiones y alegrías…y al final…nos dejan viva en la memoria el recuerdo de nuestro pasado, de esa herencia que a veces, entre la amplia marea del presente, se vuelve una densa nebulosa de lo vivido.

Hoy quiero recordar todas esas casas que nos encontramos casi derrumbadas, y sobre todo, de la gente que la habitó en algún momento.

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